A Gerardo lo conocí a mis 17 en ese entonces yo era escolar, pero ya conocía el chat gay, habíamos intercambiado correos, y hablamos durante meses. Las veces que la conversación se ponía caliente él la cambiaba porque yo era menor de edad y aún inocente (quien diría que años después sería el Dios del sexo), cumplí mis 18 años en Julio y me invitó a salir 3 días después.
-feliz cumpleaños cachorro, ya estás con todas las de la ley
– ¿todas las de la ley?
-sí, ahora eres mayor de edad y te tengo un regalo, ¿te gustan los mariscos?
Bueno, me dijo que pasaría por mí el sábado a las 3 de la tarde y que iríamos a comer a un lugar que le gustaba mucho, y me dijo que fuese en zapatos y ropa cómoda.
La verdad no preste mucha atención a ese detalle, pues siempre andaba con zapatos como cualquier adolescente saliendo del colegio. Los maduros no eran fetiche para mí y menos alguien con la edad de mi papá.
Quedamos que él me pasaría a buscar cerca de mi casa, llegó muy puntual en su auto blanco, él tenía 44 años, pelado, ni flaco ni gordo, pero duro, ejercitaba mucho, sus dientes eran muy blancos y su sonrisa era muy coqueta, recuerdo que usaba polera y un pantalón blanco. Dos cosas me llamaron mucho la atención, lo peludo que eran sus brazos, y el bulto que tenía entre sus piernas. Era muy macho, y eso me gustaba.
Era muy conversador, íbamos en su auto tan entretenidos, que ni cuenta me di que estábamos saliendo de la ciudad, ya casi no había señal en mi celular y recién pregunté a donde íbamos.
-a un lugar que te va a encantar cachorro, además quiero darte algo por tu cumpleaños.
Lo decía con tanta seguridad que me llamaba la atención, de vez en cuando ponía su mano firme sobre mis piernas y las masajeaba un poco.
Llegamos a una playa desierta, que era hermosa, un lugar donde practicaban surf, pero que no había nadie, el paisaje era asombroso. Nos bajamos del auto y me percaté que no había rastro alguno de lugar para comer.
– ¿y dónde comeremos?, ¿Cuál es mi regalo?
-Este
Gerardo viene y con toda su fuerza me da un beso apasionado, que me quemaba con su lengua penetrando mi boca, me tenía sujeto a su cuerpo con sus dos manos, y me tiro sobre el capot para comerme.
La verdad fue muy intenso y como era pequeño me asusté y traté de arrancarme, él entendió y me pidió disculpas, mientras se acomodaba su notable erección.
Sacó del maletero una bolsa que tenía nuestra comida y un vino, era primera vez que tomaba vino, conversamos mucho, y recorrimos un poco el lugar, de repente encontramos una cueva y entramos a explorar.
En esa cueva vuelve a darme besos, y empieza a tirar sus manos, no sé si fue el vino o qué, pero ya estaba más suelto y me dejé tocar por él, su cuerpo ardía y él quería comerme entero, le gustaba mi cuerpo, siempre he tenido cara de niño chico, así que él estaba disfrutando mucho. Me encantaba su olor, y como con sus manos gigantes me agarraba el cuerpo de forma violenta.
-mira, este es tu regalo, ¿te gusta?
Me estaba mostrando su pene erecto, no tenía pelos, debía medir no mucho, unos 17 cm, pero era muy grueso (para decir verdad, Gerardo fue el primer pene grueso que vi en mi vida) me gustaba mucho lo que veía.
-acérquese cachorro, sin miedo, no muerdo.
Comencé a pajearlo, mientras le daba besos, él guiaba mi mano, cada vez era más intenso, hasta que me llevó con fuerzas a su pene y me pidió que lo chupara.
Recuerdo ese sabor, era salado, me parecía extraño aún, pero estaba rico, me guiaba como hacerlo, y cuando conseguía el ritmo que quería, me agarraba de la cara y me penetraba la boca, hasta que no aguantó más, me levantó y con fuerza me dio vuelta.
-ponte ahí cachorro.
Me puse sobre una roca en cuatro, claramente sabía lo que pasaría, pero tenía miedo, ya no era Virgen, pero ese pene era el más grueso que había visto. Me bajó el pantalón y él rajó mi bóxer con mucha fuerza, no lo quiso sacar y comenzó a jugar por donde lo había roto.
Sentí que se tiró un escupo a su pico y comenzó a meterlo muy suave, recién llevaba la puntita dentro, pero me ardía mucho, me dolía demasiado, él me tenía muy firme desde mi abdomen y sin capacidad de moverme sobre la roca.
-no así no, sácalo porfa, probemos otra pose.
-calma, cachorro si va a dejar de doler. Respira profundo.
Le hice caso, respiré profundo y me lo enterró entero. Ustedes deben imaginar el dolor, abrí unos ojos gigantes y el comenzó un mete y saca infernal, fueron minutos muy largos donde me dolía todo, sentía que me ardía todo mi interior, no sé cuántos minutos pasaron así, pero me dolía mucho, pero luego el dolor se transformó en placer y comencé a disfrutar a este macho.
-te gusta cómo te lo pongo cachorro?
-siiii, Me encanta.
-así son los machos, así te deben coger ya. Así te lo tienen que poner ¿quieres más?
-si dame más por favor.
-soy tu papi cachorro, te voy a reventar.
-sigue por fa, está muy rico!
Logré acomodarme a su ritmo y soportar sus embestidas, él hacía todo, yo solo recibía, recuerdo que estaba sobre una roca y el por atrás, estaba sudado, se había sacado toda su ropa y gritaba mucho.
-ahhh cachorro, medio culo, soy muy afortunado de comerme esta raja.
-te gusta?
-siii, soy tu papi cachorro, entréguemelo todo.
-así papi? Te gusta que me mueva así.
-donde quieres la leche cachorro?
(La verdad aún era ingenuo, no sabía dónde quería la leche.)
-dónde me la quieres dar?
-elige tu papi.
-a siiii? Te tiraste pendejo.
Me agarró muy fuerte y me lo metió muy profundo, se cargó de mis hombros para que entrara todo, me dolió hasta el alma, y sentí un grito, y luego me llenó de leche, sentía como lentamente me iba llenando por dentro, hasta que comenzaron a salir chorros de mí.
Se vistió rápido, yo quedé muy adolorido, Gerardo había sido muy bruto.
-Oye, me dolió mucho.
-lo siento cachorro, no me pude controlar, me tenías muy caliente.
-aún me duele.
-tranquilo, yo se lo sobo.
-Me dio un beso y me hacía cariño en mi culo.
Han pasado muchos años, y con Gerardo volvemos cada cierto tiempo a coger, él saca lo más caliente de mí, y siempre recordamos lo inocente que era cuando lo conocí, lo culpo a él por romper eso, con su perversión y su pene grueso
Buena pero Muy corta