Encuentro con un taxista

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Fue un viernes en la noche, más bien madrugada, iba saliendo de mi trabajo porque me quedé usando el Internet y no trabajando, estaba viendo porno gay de pelis y fotos que tanto me gustan, con la vista cansada, el cuerpo con ganas de una cama; mi cama para descansar. 

Llamé un taxi de la compañía local para que me llevara a casa, tenía la ilusión de agarrar uno independiente que por lo general los andan tipos bien machotes o chavos guapetones, pero tenía una mala corazonada de algún asalto y a los 15 minutos mi transporte llegó.

Me subí al taxi en la parte de atrás sin mirar si quiera al conductor, cuando teníamos varias cuadras ya conducidas el taxista me habló preguntando exactamente cuál de las colonias mencionadas íbamos porque en la ciudad hay dos con el mismo nombre dijo y al voltear a verlo para contestar menuda sorpresa la mía, un chavo de unos 28 años, trigueño, unas pestañas gigantes; en lo oscuro sobresalían como abanicos seductores y una barba de unos 3 días bien cerrada.

No quise dar a conocer mi deseo despertado allí mismo, sin más nada que verle, me aclaré la voz y le dije cuál era el rumbo…

Todo lo visto en más de 6 horas de Internet me traía agotado, e inmediatamente le propuse que si podíamos parar en un restaurante para comprar una hamburguesa para cenar o más bien desayunar.

Eso para hacerme tiempo y ver si podía surgir algo interesante con aquel tipo; no importaba si era de pene grande o pequeño, grueso o flaco, solo, pero solo necesitaba quitarme esa calentura que traía encima.

—Mire, Por mí no hay problema, Yo ya salgo de turno ahora, hoy hice horas extras por falta de un compa y tranquilo puedo esperarlo; pero no sé cuánta prisa lleve usted.

—Yo no llevo prisa, también me quedé horas extras en la oficina y me ganó la madrugada, pero puedes venir a comer una hamburguesa conmigo; yo te invito.

— ¿Le gustan las de IN & OUT? ¿Las ha probado? —le dije al taxista, a lo que me respondió que no—pues vamos allí que son muy buenas, se las recomiendo.

Desde mi asiento tenía una visión de su perfil y se dibujaba una barriguita de esas llamadas cerveceras, que se miran tan sexys sobre hombres como él.

En el local me presente con mi nombre extendiendo la mano, a lo que respondió dando un estrechón de mano firme pero rápido. —soy Mario, un placer.

Entre bocado y bocado hablamos de todo un poco y yo admiraba sus ojos verdes pistache junto a esas pestañas largas y negras de manera discreta intentando encerrar mi interés.

— ¡No sé si te vas a Molestar Mario, pero tienes unos ojazos fantásticos, con esas cejas que te cargas, asumo que muchísima gente te las alaba; ya has de estar acostumbrado por lo menos de parte de las mujeres!

—Mira, no eres el primero que me lo dice, a veces hasta me chiveo, porque me las quedan viendo en todos lados y en esto de ser taxista de todo pasa, porque no eres el primer hombre que me lo dice; por lo general algunos chicos gay se muestran muy obvios al halagarme.

Me quedé cortado, este me detuvo de un solo tajo —me dije a mi mismo, pero respondí—Mario, la neta es que te ves bien guapo con esos ojos y con ese aire sexy qué te cargas; lamento si te incomoda pero Yo soy muy franco para decir las cosas y las cosas bonitas que tiene la gente uno debe alabarlas y no quedarse con ellas adentro, aunque te diré algo; al principio no me fije en ti, fue hasta que hablaste y la neta es que soy gay y me llamaste la atención y con esto no quiero decir que me vas a corresponder,   o que va a pasar algo entre nosotros—BUENO, ESO SI NO QUIERES— dije dentro de mí.

Pero a ti no se te mira que eres marica, porque no caminas chueco ni tienes voz rara ¿de veras eres marica o me estas de vacile? — dijo, tomando todo de la forma más natural.

Se miraba que el niño este si tenía experiencia en el taxi y en que le echaran los perros sin importar el género de persona que lo hiciera.

—La verdad es que, si soy gay y lo dicho también, no me subí esperando tener algo contigo, muy al contrario, pero al verte me revolviste las hormonas sin siquiera pensarlo y te diré que a mis gustos tu eres el tipo perfecto de hombre que me gusta incluyendo esa barriguita que te cargas que te hace lucir muy varonil y sensual—terminé con una risa de esas nerviosas y tontas.

Se carcajeó Mario— eso sí es nuevo, nunca me lo dijeron, ¿Así que te gusta mi barriguita eh? —dijo Mario.

— pues sí, se me hace muy varonil y me gusta cómo te miras, porque no eres de esos obesos; pero si te miras como un oso bien sensual, bien macho.

—¿Bueno, nos vamos?  Dijo Mario, levantándose y dirigiéndose al taxi.

Lo seguí y al estar frente al carro presto a subir me abrió la puerta delantera al par suyo y no la de atrás, sin decir nada entré.

Volvimos al camino con ruta a mi casa y fue él quien inició la plática diciendo: “Aja y cómo es eso de las pestañas y que eres gay dime” a lo que respondí —Pues la verdad desde pequeño sé que me gustan los hombres, pero los hombres con porte de macho, Te voy a preguntar algo Mario, ¿Has tenido alguna vez algo con algún hombre gay?

Me voltio a ver y frunciendo el señor dijo—La neta es que un chavo cuando tenía como 18 años me la mamó bien rico, pero solo eso; fuera de ello nunca volví a experimentar nada más, cosa de adolescentes.

A todo esto, mi cansancio había pasado a mejor lugar y escuchando esto le dije—Mario, ¿te gustaría probar nuevamente a ver si te va mejor que esa vez?

—Pero ¿dónde? —ya tenía al tipo en las manos, ni pedido por catálogo me dije, pensando rápido le dije: Si tú me prometes que no haces ruido podemos entrar a mi cuarto porque allí vivo con mi familia, a lo que dijo que si no me causaba problema estaría bien.

Al llegar a la casa él me dice: Mejor me quito los zapatos para no hacer ruido y me divirtió su método de precaución para no dejarse oír, entramos al cuarto, encendí una lámpara pequeña y me volteo para verlo.

lo tomé de la mano para acercarlo a la cama y estaba temblando como gelatina, ese tipo que me llevaba unos 10 cm de altura y un cuerpo talla grande; tenía también las manos sudadas y le digo—Tranquilo Mario, aquí no viene nadie a menos que hagamos mucho ruido, así que relájate.

Prendí la TV y le digo ¿quieres música mejor? y dijo—pon una porno, ¿Tienes? —  la puse, luego comencé abriendo su camisa lentamente, dando toques a su barriguita pequeña pero durita, al abrirla la deslizo hacia atrás y acaricio sus pechos y bajo a succionar uno a uno, el temblaba como principiante, será que soy el primer tipo como me dijo, que rico pensé.

Así sentado, suavemente se recostó en la cama y seguí en mi labor besando esos pechos al tiempo que acariciaba su dorso, luego le estiré un brazo y pude ver una axila peluda, con pelos largos y abundantes, desprendía un olor a desodorante y sudor, pero no ofensivo, que hormonas de tipo como me calentaba, restregué mi nariz en ese hueco afelpado y sabroso, lo besé en la axila y subí a su cuello.

Mario solo se dejaba hacer lo que se me antojara, él intentó zafar su pantalón, pero no lo deje, Yo mismo le zafe la faja y el pantalón acariciando la barriguita sabrosa que tenía una hilera de pelos que bajaban desde el ombligo y se escondían en sus calzoncillos blancos.

me arrodillé frente a él entre sus piernas y saqué sus tenis y calcetas, jalé de sus jeans y luego acaricié el bulto que se marcaba en los calzoncillos donde se adivinaban perfectamente un par de bolas grandes y una verga que en su punta comenzaba a marcar líquido preseminal.

Acariciando las piernas peludas que eran cubiertas como por un abrigo desde los tobillos subí mis manos y besé su trayecto recorrido hasta alcanzar el elástico de los blancos calzoncillos, tirando de ellos columnas abajo para dejar al aire un par de huevos grandes y peludos al igual que un salchichón grueso y oscuro con una cabeza rosado oscuro.

También para que sus pelotas vinieran a colgar como queriendo ocultar ese perineo que me indicaba donde está un agujero rebosante de pelos que era protegido por esa maraña oscura que no dejaban nada sin cubrir como podía ver. Yo desde este punto sublime en que me encontraba mirando sus huevos, perineo y la verga sabrosa y jugosa, que, así como estaba chorreando precum hacia un pequeño charquito en el ombligo de mi macho.

No me hice esperar y en menos de un segundo estaba succionando las bolas y subiendo al falo para dirigirme a esa cabeza rosada y jugosa que no podía estar un momento más sin atención debida.

Tomé su pene en mi mano y lo llevé a mi boca, primero junté los labios para dar un beso en su punta llenándome las fosas nasales de ese olor a sexo masculino fuerte y el paladar a ese tono agridulce tan especial cuando mi lengua salió de mi boca para degustar tan exquisito manjar.

Luego poco a poco, así como si de un helado se tratase metí esa punta de tan sabroso rabo en mi boca succionando suave pero firme para luego expulsarlo hasta casi sacarlo para volverlo a meter en mi boca justo hasta tener su cabeza dentro.

De esa forma con mi lengua bordearlo todo a su alrededor y dibujar en mi mente esos contornos y sabores que degustaba para frotar su frenillo con la punta de la lengua a la mayor velocidad posible y sentir como Mario temblaba bajo mis caricias y gemía como oso ronroneando con sonidos guturales y ahogados.

Levanté la vista y pude ver como se llevaba su mano a la boca para ahogar sus sonidos y no ser escuchados por los demás en la casa, mi mano no la calzaba a todo su alrededor su cabeza era justa para mi boca y no pensaba dejarla así.

Poco a poco fui engullendo esa pieza de carne suculenta, sintiendo como su cabeza se abría camino por mi paladar llegando a la campanilla de mi boca y cruzando esa frontera que va a mi interior.

Mario no hacía más que mover sus caderas hacia arriba al sentir mis intensiones de dejarlo penetrarme la garganta hasta donde alcanzara su mástil; que verga que rica sensación, entró y la sentí anchando mi laringe para darle cupo a ese mazo de carne gruesa y palpitante. Sentí como sus manos me acariciaban mi cabeza y jalando de ella me sacó su pene de mi garganta dejándome con un enorme vació que me urgía rellenar.

Me levantó e hizo que me parara, luego sentado al borde de la cama comenzó a desnudarme dándome besos en mi dorso al tiempo que mi camisa caía al suelo al par que mis pantalones que junto a mi bóxer se enredaban en mis tobillos a los que con un rápido movimiento de talones mandé a volar lejos y sin pensarlo siquiera sentí una corriente eléctrica que subía desde mi columna a mi cerebro.

Se metió mi verga en su boca y la sensación cálida y acolchada de su lengua, su aliento envolviéndome y lo lizo de su saliva lubricando mi verga me hizo estremecer ¿Qué pasó? ¡que rico se siente! noté por el roce sus dientes que experiencia no tenía, pero si podía aprender.

Con mis manos lo tome de sus orejas y lo insté a verme, no hizo nada, solo bajó la cabeza y volvió a meter mi pene en su boca haciendo ese movimiento de cabeza sabroso, lento y excitante que solo un hombre le puede dar a otro hombre porque no hay quien sepa mejor como hacerlo.

Fueron un par de minutos, pero ni cosa mejor, luego lo besé en la boca para recostarnos en la cama y fundirnos en besos y abrazos, no pedí explicación sobre lo ocurrido, pero sin más Mario me dijo—Al verte desnudo y esa verga tuya a centímetros de mi cara ni lo pensé, solo sabía que quería probarte, saber que se siente tenerte en la boca y fue genial.

Lo besé, nos abrazamos y nos acariciamos con suavidad y fuerte a la vez, sentí sus piernas peludas como si estuvieran vestidas de piel de oso y una capa más fina en la barriguita y pecho que formaba una cruz perfecta en un oso perfecto para mí.

Bajé nuevamente a su verga y la engullí con ansias turnándome entre esta y sus huevos y en eso sentí como Mario se acomodó para formar un 69 tan sabroso que mi verga daba saltos sola, que emoción; nadie podría haberme dicho que esta madrugada sería así de suculenta al encontrar un osito rico y dispuesto, Mario aprendía rápido y cada mamada era mejor que la anterior.

Se colocó arriba mío y tenía ese par de bolas rebotando sobre mi cabeza y con la lengua jugaba con ellas al tiempo que mis manos sopesaban un par de nalgas duras y unas piernas gruesas de futbolista.

Yo cerré los ojos y lo hacía todo basado en el olfato y la sensación de mi lengua para recorrer todos esos lugares ya recorridos, degustados y olfateados cuando en una de esas Mario se mueve y mi lengua que estaba jugando con sus huevos y mi mano pajeando su verga, mi lengua fue a dar justo al perineo muy pero muy cerca de su ano.

Lo miro y veo ese agujerito fruncido protegido por un manojo de pelos que me hacían cosquillas en mi nariz, que aroma a macho limpio, de esos bien bañados y enjabonados de hace algunas horas, pero si, mmm rico rico ese aroma a hombre.

Por instinto mi lengua serpenteó hacia allí y fue una sacudida tremenda la que dio Mario al sentir como pasaba mi lengua en su culito una y otra vez rápido y no dijo nada, se retorcía de gusto me fijé a lo que seguí con mi nuevo juguete, que bárbaro, que culo tan sabroso tenía este wey.

No sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición, pero sí sé que de repente entre las mamadas de Mario y mis lengüetazos en su culo no podía soportar más y sin decirle nada solo me zafé de esa posición y tirando de sus caderas hacia arriba haciéndolo quedar en 4 patas le volví a lamer el culo, pero esta vez no me detuve allí.

Seguí subiendo por su espalda lamiendo y besando acariciando sus pechos y estrujándolos al tiempo que con una mano acomodé mi verga en la entrada de su ano y muy pero muy suavemente le fui incrustando la punta de mi pene y sentí como se frunció al sentirlo, Mario quiso hablar volteándose a lo que lo callé besándolo en la boca atrayendo de lado su cara.

Presioné mi verga un poco más; que sensación tan sabrosa esa de estar punteándolo y sentir como su esfínter va perdiendo la batalla y cediendo espacio a mi verga.

Permitiendo entrar un poco más cada vez que empujaba y sintiendo como se va anillando alrededor de mi cabeza a medida que la meto y siento que su segundo esfínter tiene menos tención que el primero por la excitación del momento y en mi boca como Mario juega con mi lengua y la succiona como pajeandomela mientras lo estoy haciendo mío y él se está entregando por primera vez a otro hombre.

Siento el calor de Mario bajo mí, como su garganta no emite palabras solo sonidos por mi escuchados y suelta un suave gemido algo prolongado a lo que empujo un tanto más y siento como sus entrañas se abren a mi paso, que sensación más exquisita y por impulso sin pensarlo más, comienzo una mete y saca fuerte en ese culito caliente como braza y suave como la seda.

Sus nalgas duras hacen colchón a mis estocadas que cada vez son más fuertes y profundas, con mis manos abro aún más sus nalgas para perforarlo lo más profundo que pueda porque quiero que me sienta bien dentro.

Solo escuchaba sus resoplidos en la almohada y siento sus manos tirar mis nalgas hacia él para que le dé más mucho más.

Casi por más de media hora creo que lo hicimos así, en eso el escalofrío que salió de mis huevos fue tan rápido y fuerte que solo alcancé a decirle a Mario te lleno, te lleno y su canal se inundó de todo mi semen acumulado durante toda la noche.

Sabroso acabar en un culo virgo y viril como ese, con un osezno bajo mí que solo bufaba por mis estocadas en su culo y ahora esos últimos empellones que le di que casi hacía que se suspendiera por lo fuerte y hondos que entraron.

No tenía fuerzas, estaba agotado y solo dejé caer mi cuerpo sobre la espalda de Mario y atiné a dar un par de besos en su nuca y mordiendo un poquito su lóbulo.

Allí quede unos minutos hasta que mi verga salió sola, a lo que me recosté a su lado boca arriba y él volteándose me dijo: Luis, te diré que eres el primer tipo que me pisa, pero no me arrepiento, no sé en qué momento te deje hacerlo porque si me lo hubieras propuesto te pongo morado a puro golpes; pero pasó, pasó y me gustó como lo hiciste.

Nos besamos y nos miramos de vez en vez que pasa por mi oficina recogiéndome, para repetir la aventura.

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